sábado, septiembre 06, 2008

Amar responsablemente

23º Domingo del tiempo ordinario

07.09.08

Lecturas

Ez. 33, 7 – 9

Sal. 94

Rom. 13, 8 – 10

Mt. 18, 15 – 20

¿Qué cosas nos hacen responsables de los demás? ¿Cuánto debemos preocuparnos por el prójimo a nuestro alrededor? Esas respuestas no están dadas al azar, y por ello necesitaremos hacer revisión de nuestro discipulado a la luz de las claras y potentes lecturas que la liturgia nos ofrece este fin de semana.

El profeta Ezequiel nos habla hoy de responsabilidad con respecto del prójimo, y de lo que es necesario que la persona de fe haga: corregir a quien no está bien. El preocuparse por quien no actúa correctamente, es un distintivo del hombre de Dios, ayudar a otros y ser centinela, es un claro elemento de esta preocupación. Fijémonos que el hombre de Dios corrige a quien se equivoca cuando es iluminado por la Palabra de Dios, no cuando él quiere hablar. Esto da la fortaleza del argumento al corregir. No se trata de hacerlo solo por hacerlo, o motivado por algún otro motivo distinto que el bien de esa persona, sino más bien motivado por el mismo Dios.

De amor nos habla la carta de Pablo a los Romanos; allí se nos dice que “amar al prójimo como a ti mismo” resume toda la ley y los mandamientos, parafraseando la respuesta que dio el Señor al maestro de la ley cuando le pregunta por los mandatos principales y por el prójimo. Pablo habla de plenitud de la ley al hablar del amor, diciendo que éste no hace mal al prójimo. El mismo Pablo en la carta a los Corintios hará una verdadera apología del amor, diciendo allí la importancia plena que tiene el amor en la vida del hombre: “sin amor, no soy nada”… Amar será la mejor forma de demostrar que hemos entendido todo el mensaje de salvación que Dios Padre nos ha revelado a través de su Hijo Jesucristo. ¿Cómo logro amar con transparencia?

El Evangelio de Mateo que nos acompaña este año 2008, nos habla hoy amor al prójimo en la corrección fraterna; resume los dos temas tocados en las lecturas anteriores… Corregir, sin duda es un acto difícil de hacer; algo ya dijimos al comentar la lectura de Ezequiel, principalmente porque no siempre se hace motivado desde la Voluntad de Dios, tal como debiera ser. Y además, porque nuestra corrección no siempre puede ser bien recibida. ¿Cómo hacerlo? La oración entrega la fuerza necesaria para descubrirlo.

Aprendizaje de la Palabra:

- Corrección desde Dios: No hay duda que nuestra corrección debe tener un par de elementos básicos al momento de hacerse: Ser motivada por la Palabra de Dios; tener el afán de corregir para crecer, no solo para molestar; decir las cosas con cuidado y respeto; corregir siempre junto a otros para dar más peso a lo que se quiere.

- El amor como motor de la corrección: Amar es natural al ser humano. Estamos capacitados 100% para amar siempre con transparencia y honestidad. Ese amor que el Señor pone en nuestro corazón y vida, es la que debemos decantar para entregar a los demás siempre pensando en el bienestar de mi prójimo.

- Responsabilidad frente a Dios de mi prójimo: Al ser cristianos hemos asumido algo de lo que el hombre siempre ha buscado huir: la responsabilidad frente a Dios. Desde que Caín mata a Abel en el Génesis (Gn. 4, 9), siempre hemos buscado no ser el “guardian de mi hermano”. Hoy, se nos invita precisamente a ser los centinelas de ellos, y a hacernos responsables por su salvación, de la cual Dios nos pedirá cuentas.

Le pedimos al Señor este fin de semana poder hacer siempre nuestra vida y acciones motivados desde el amor, actuando siempre con transparencia y buscando siempre el bienestar de los demás. Que seamos responsables por todos, y que nuestra motivación para ello lo podamos encontrar también en el testimonio de tantos que aman silenciosamente. Amén.

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