jueves, mayo 17, 2007

Pastoral de Comunicación Informa

ACTIVIDADES MES DE MAYO PARROQUIA NUESTRA SEÑORA DE LAS MERCEDES CONCON

Viernes 18

Asunción del Sr.


Sábado 19 Mayo

Retiro para catequistas

Horario: 10:00 a 12:00 Hrs.


Catequista ¿se nace?

Cuentan los cronistas que cuando el cardenal Giuseppe Melchiorre Sarto recibió la noticia de que iba a ser el nuevo Papa -y nada menos que el sucesor de León XIII, el Papa de la Rerum Novarum-, Giuseppe se puso a llorar, porque se resistía a aceptar el resultado de la elección. Pero lo convencieron, y eligió el nombre de Pío X. Su pontificado duró diez años -entre 1904 y 1914- y fue reconocido por su tarea catequística, al punto que fue elegido como santo patrono de los catequistas. Su fiesta, que también es la nuestra, se celebra el 21 de agosto, Día del Catequista.

Es posible que Pío jamás sospechara el destino que Dios le tenía preparado. Pero un balance de su pontificado lo muestra como una persona que fue “volviéndose” cada vez más Papa. Como le pasó a tantos catequistas, que un buen día se encontraron parados ante un grupo de catequizandos que lo escuchaban atentamente (¿habrán llorado, como el Papa Pío?).

Uno no nace catequista: uno se va haciendo catequista en el contacto con Dios, con sus alumnos y consigo mismo. La construcción de la identidad del catequista es una tarea lenta y paciente. Con avances y retrocesos. Hay días en los que “estamos” muy catequistas. Y días en los que “estamos” muy poco…

El domingo 21 de agosto celebramos en Pío X esta presencia del catequista. Que no es una persona que ya está hecha y terminada. Es un ser humano que, entre aciertos y errores, trata de ser más catequista que antes, de asumir el ministerio que Dios le ha propuesto, de ocupar el espacio que le ha reservado en su Iglesia.

Mariano Nicolás Donadío, http://www.isca.org.ar/com030.htm


Domingo 20 Mayo.

Día del Catequista

Misa 12:30 Hrs.

Queridos Catequistas:

Al celebrar una vez mas, el DIA NACIONAL DEL CATEQUISTAS, queremos llegar a cada uno de ustedes con un afectuoso saludo y nuestros sinceros agradecimientos por el hermoso y sacrificado trabajo que realizan con niños, jóvenes y adultos en sus parroquias y comunidades.

Sabemos que ustedes catequistas no son un mero suplente del sacerdote si no que son, de derecho, testigos de Cristo en las comunidades a las que pertenecen.

Por eso los invitamos a celebrar su día con mucho entusiasmo, en la Eucaristía.

Esperamos que sigan aprendiendo de Jesús la forma de Evangelizar a sus catequizandos con su testimonio, su silencio, su oración, con su amor al hombre, y su predilección por los pequeños y pobres.

Que el Señor les bendiga y les acompañe en su esfuerzo permanente de dar a conocer a Jesús y tener siempre presente que nuestra única tarea es llevar los hombres a Dios y Dios a los hombres, pero todo esto es posible si somos personas centradas en el Señor Jesús.

Él es el único gran tesoro de nuestras vidas y es a Él quien debemos comunicar con convicción en todas nuestras catequesis. Les acompañamos con nuestro cariño y oración.

Domingo 27

Pentecostés

Los cincuenta días pascuales y las fiestas de la Ascensión y Pentecostés, forman una unidad. No son fiestas aisladas de acontecimientos ocurridos en el tiempo, son parte de un solo y único misterio.

Pentecostés es fiesta pascual y fiesta del Espíritu Santo. La Iglesia sabe que nace en la Resurrección de Cristo, pero se confirma con la venida del Espíritu Santo. Es hasta entonces, que los Apóstoles acaban de comprender para qué fueron convocados por Jesús; para qué fueron preparados durante esos tres años de convivencia íntima con Él.

"Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en un mismo lugar.
De pronto vino del cielo un ruido, como el de una violenta ráfaga de viento, que llenó toda la casa donde estaban.
Se les aparecieron unas lenguas como de fuego, las que, separándose, se fueron posando sobre cada uno de ellos; y quedaron llenos del Espíritu Santo y se pusieron a hablar idiomas distintos, en los cuales el Espíritu les concedía expresarse"
(Hch 2, 1-4).

La Fiesta de Pentecostés es como el "aniversario" de la Iglesia. El Espíritu Santo desciende sobre aquella comunidad naciente y temerosa, infundiendo sobre ella sus siete dones, dándoles el valor necesario para anunciar la Buena Nueva de Jesús; para preservarlos en la verdad, como Jesús lo había prometido (Jn 14.15); para disponerlos a ser sus testigos; para ir, bautizar y enseñar a todas las naciones.

Es el mismo Espíritu Santo que, desde hace dos mil años hasta ahora, sigue descendiendo sobre quienes creemos que Cristo vino, murió y resucitó por nosotros; sobre quienes sabemos que somos parte y continuación de aquella pequeña comunidad ahora extendida por tantos lugares; sobre quienes sabemos que somos responsables de seguir extendiendo su Reino de Amor, Justicia, Verdad y Paz entre los hombres.



¡Te invitamos a orarle al Espíritu Santo con
esta bella oración!

Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el cielo. Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido, luz que penetras las almas, fuente de mayor consuelo.

Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo; tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego; gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos.

Entra hasta el fondo del alma, Divina Luz, y enriquécenos. Mira el vacío del hombre si tu le faltas por dentro, mira el poder del pecado cuando no envías tu aliento.

Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo. Doma el espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero.

Reparte tus siete dones según la fe de tus siervos. Por tu bondad y tu gracia, dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno. AMÉN.
Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor. Envía Señor, tu Espíritu y todo será creado y se renovará la faz de la tierra.
¡Oh, Dios, que has instruido los corazones de tus fieles con la luz de tu Espíritu Santo!, concédenos que sintamos rectamente con el mismo Espíritu y gocemos siempre de su divino consuelo.
Por Jesucristo, Nuestro Señor. AMÉN





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